miércoles, 31 de julio de 2013

Un hombre de Estado, pero no de este.

Últimamente no hago más que pensar en el futuro de nuestro país, del mundo quizás. Qué pasa cuando los gobiernos dejan de priorizar el bienestar de sus ciudadanos y se preocupan más por el de sus círculos cercanos? Cada día veo que esto se parece más a una organización más típica del crimen organizado que a gobiernos que busquen oportunidades y bienestar para sus ciudadanos. Esto va más allá de ser ineficientes en su gestión para ser capaces de arreglar la situación económica, sencillamente tampoco tienen visión de futuro y están creando problemas que se van a arrastrar durante décadas, quizás algunos dejen secuelas permanentes a algunos de sus ciudadanos.

Qué futuro le espera a nuestro país, nuestro planeta, si se implementan leyes que penalicen el autoabastecimiento energético minimizando el impacto ecológico que provoca nuestro modo de vida en nuestro entorno? Ese tipo de medidas nos van a sacar de la crisis? No. Nos van a proporcionar un mayor bienestar en el futuro? Tampoco, nuestro medio ambiente nos lo confirmará dentro de no mucho. Los que seguro que se lo agradecen, son esos pocos empresarios y personas relevantes que están en una lista muy reducida de “amigos” para los gobiernos de turno. Ese es solo un ejemplo de las medidas tan incoherentes e ineficientes que se están tomando a costa del perjuicio general de la población, estoy seguro de que conocen muchos otros casos. Este problema no se da solo en nuestro país, está sucediendo en países tan diferentes como pueden ser Grecia, Italia, China, EEUU, Argentina, Egipto, Arabia Saudí o Islandia entre muchos otros.

Lo que nos lleva al siguiente dilema: qué hacer cuando los gobiernos no cumplen su misión esencial de contribuir al bienestar general del pueblo? Dónde está la línea que define lo que se puede tolerar y lo que no? Seguimos a nuestros sueños y nos revolucionamos en busca de un futuro mejor o seguimos a nuestra razón que nos pide paciencia, sentido común y capacidad de adaptación al medio en el que vivimos? 

Me gustaría pensar que no soy anárquico. Sin embargo, cada día puedo entender mejor como mucha gente decide no seguir las reglas y leyes de un gobierno que controla un sistema judicial que solo parece funcionar cuando interesa. La separación de poderes lograda con sangre, sudor y lágrimas a finales del siglo XVIII ha sido pisoteada y degradada hasta el punto de ser inexistente gracias a la actual degeneración política y conductas más propias de una mafia que de un Estado de derecho que alardea de tener igualdad ante la ley.

Soy un hombre de Estado, pero no de este. Me gustaría llegar a vivir un día en un Estado en el que se celebren consultas populares con regularidad. Un Estado en el que para bien o para mal, tomemos juntos las decisiones que forjen nuestro futuro. La toma de decisiones hará que los ciudadanos se impliquen más en la política, nos hará madurar y creará un sentimiento de cohesión que nos hará no solo ser mejores profesionales si no también mejores personas. Solo en ese momento el ser humano será capaz de afirmar que vive en una sociedad libre, enmarcada en un Estado democrático y de derecho.

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